martes, junio 12, 2007

Las intermitencias de la vida.

Que yo sepa, salvo idealizaciones matemáticas, no hay nada realmente continuo en el universo. La materia está hecha de partículas, y aunque entre Demócrito y Dalton hubo veintidós siglos de olvido, la cosa es que we're all just molecules bouncing around. Y con la energía es la misma historia gracias a los quanta, los dichosos "paquetes" de energía. El chiste es que todo esta hecho de cachitos.


Un momento, ¿todo? ¡Claro que no! dirían algunos. ¿Y el tiempo qué? ¿A poco está hecho de cachitos? Pues, como diría Armando Hoyos (por citar a otro pensador de la talla de Dalton y Demócrito), yo me pregunto... ¿Será el tiempo en verdad continuo? ¡Y qué tal que no! Eso estaría cañón.


Hasta ahora, cuando he intentado pensar cómo sería el tiempo discreto, sólo consigo imaginar una especie de efecto "24 por segundo". Es decir algo así como en el cine, donde lo que se proyecta son veinticuatro fotos fijas por cada segundo y que el cerebro "hace el truco" para que parezca que la acción es continua. En el caso que yo imagino, la existencia sería intermitente, es decir un cuasi-instante estamos todos aquí y al otro no y al siguiente hemos vuelto y luego desaparecemos otra vez y así sucesivamente. Por supuesto aquí no hace falta un cerebro que "haga el truco", simplemente, las criaturitas de este universo no podemos tener conciencia, ni evidencia física de tal intermitencia porque para nosotros (junto con toda la materia) es como si no hubiera espacios vacíos.


Imagino esa existencia intermitente de todo lo que es y sólo me molesta el hecho de que tal noción pareciera reducir el tiempo a una simple propiedad de la materia y de sus fenómenos en el espacio. Dicho asunto me desagrada bastante, como lo he manifestado en A short tale about time. Tal vez el tiempo no sea discreto. Al parecer, no hay necesidad teórica de considerarlo así... todavía. Sin embargo, a mí me gusta la idea y aunque se me haya presentado esa pequeña inconveniencia, haciendo un pequeño esfuerzo extra de imaginación he llegado a concebir otra verdaderamente descabellada que me fascina pero que, por falta de tiempo, compartiré en otra ocasión.

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