jueves, julio 19, 2007

Metatopología


Mi carnal Stephen, you know, Stephen Hawking, me sorprendió, justo al salir de la adolescencia, con una idea muy interesante. ¿Qué tal si el universo fuera finito pero ilimitado? Mmmmh, déjame pensar... Ey! Pretty good idea man! Así que viajar por el universo es como pasearse por la superficie de una pelota, me dijo. ¡Podrías darle toda la vuelta y regresar al mismo lugar del que partiste!

Una idea estimulante, sin embargo, la plática se nos aguó cuando le hice una pregunta (soy bien preguntón). Oye Stephen, pero en el ejemplo que pones la materia sería todo lo que está dispuesto sobre la superficie de la pelota y la pelota misma, que es materia, sería el espacio. En el universo, ¿qué es el espacio, Stephen? Me lanzó una mirada llena de esa cosa que no sé cómo se llama pero que sientes cuando alguien te arruina un momento de triunfo, o de gozo y, consternado, se marchó.

Un computólogo entendería muy bien el problema: digamos que corremos una simulación del universo, el programa serían las leyes que controlan todos los fenómenos del universo y la materia y la energía serían datos, pero todo esto necesita el sustrato de la memoria, donde los procesos computacionales tienen lugar. Un computólogo diría "ok, sé muy bien lo que es la memoria de una computadora pero, ¿qué chingados es el espacio?"

Ésa es mi pregunta. Como dije en otro lado, we're all just molecules bouncing around. Pero qué es ese around. Antes de platicar con mi amigo Stephen imaginaba al universo como una nube, pero el chiste de esta imagen es que la "veía" desde afuera y desde muy lejos, lo suficiente para tener al universo entero en mi campo de visión. Lo molesto de tener esa idea era pensar que el espacio era algo en donde podía estar, de un lado yo y del otro todo el universo (menos yo mismo, por supuesto). Pero entonces, ¿era el espacio algo más allá del universo? ¿Una especie de contenedor? Ahora que si Stephen tiene razón, el espacio estaría, de alguna menera, atado a la materia y a la energía. Y justo cuando creyeras que estás por dejar atrás la última estrella en tu camino, ¡zaz! ... resulta que ya le diste toda la vuelta al universo y no hay salida.

Pero entonces ¿qué es el espacio? Ni modo que no sea nada, un vacío en el que "flotan" las cosas. ¿Qué hay entre los electrones y el núcleo? ¿Qué hay entre neutrino y neutrino? Y no me vengan con jaladas como: Dios o el vacío. Porque Einstein dijo que la masa curva el espacio. Y ¡maldita sea!, como también dije en otro otro lado, los físicos no tienen ni idea de lo que es el espacio (o el tiempo) pero ¡ah cómo lo utilizan! Por gogol-ésima vez, quisiera saber qué es el espacio, la neta.

martes, julio 17, 2007

No es el amor.

El amor no es más que un vínculo, una forma de relacionarse con otra persona. El amor no hace nada, no es algo que le haga a uno cosas, que lo cambie, que lo impulse a ser otro. Por supuesto que no. ¿Por qué? Porque es el otro, la persona a quien se ama la que provoca todo eso. No un estúpido concepto idealizado y hueco sino un ser real de carne y hueso, sensible, con un contexto propio y que, lo mismo responde a nuestro comportamiento que nos provoca con el suyo.

El amor es sólo el nombre que se da a la relación existente entre dos personas que se aman. Pero lo que en realidad los une son sus voluntades, sus deseos, sus experiencias compartidas y, sobre todo, la necesidad que tienen uno del otro. Todo eso está en ellos, en los amantes. O los amorosos, como dijera Jaime Sabines. Y no es sólo una sutil diferencia, tampoco una trampa lingüística ni un simple cambio de enfoque. Es toda una concepción radicalmente distinta cuyas consecuencias contrastan notoriamente con la postura aún dominante.

Fundamentalmente, al no existir esa entidad ajena a los dos amantes, todo lo que suele adjudicarse al amor en realidad sólo puede y debe ser atribuido a las dos personas en cuestión. Así, cada quien es igual de responsable de sus actos tanto antes como durante y después del amor. No es posible enfatizar demasiado el punto: el amor no tiene ningún poder sobre las personas, tampoco puede tener la culpa de nada, todo, absolutamente todo es responsabilidad de los dos individuos que se aman.

Estamos tan acostumbrados a la conceptualización, tan bien adiestrados para idealizar ciertos conceptos, que al decir por ejemplo "la Guerra es mala", ya ni siquiera recordamos que la guerra no se hace sola, la hacemos los hombres. Y así como la guerra no es una maldición enviada por Marte, así como la guerra no es cruel ni hace daño, tampoco el amor es una bendición de Afrodita, no es esplendoroso ni hace milagros. Los humanos podemos ser crueles, al grado de declarar la guerra y hacernos daño unos a otros con nuestra violencia. Pero también somos capaces de amar y somos nosotros, amando, los responsables de ese esplendor y aquellos milagros.

Por eso, rotundamente asevero que el amor está sobrevaluado, porque se insiste en otorgársele el valor que en realidad emana de los amantes. ¡No es el amor por lo que vale la pena luchar! Eso no llega ni a sentido figurado, es una idea de oropel, una falacia cuyo fin ha caducado. Es a quien se ama por quien vale la pena luchar. Que el amor se vaya al carajo pero que esa persona que nos hace suspirar permanezca a nuestro lado para siempre. No es el amor. ¡Eres tú, mi amor!

domingo, julio 15, 2007

Lo que no es el amor.

Lo que sea el amor (dejémoslo por ahora ignoto), está sobrevaluado. Aquellos que ven en el amor el sentimiento, estado de conciencia o espiritual más bello, más limpio, más excelso, más divino, o más lo que sea están rotundamente equivocados. ¡Cómo defender tal punto de vista cuando se tiene la evidencia de toda la humandidad en contra!

Me explico. Quien piensa en el amor como ese lo-que-sea que infunde en quien lo experimenta las más nobles y abnegadas intenciones de procurar el bienestar, la dicha y felicidad del objeto de su amor, debería prestar atención a los hechos. ¿Cuántos son los casos de éxito, es decir, en los que realmente funciona así? La percepción de que cada vez fueran menos aún estaría cegada por aquella concepción romántica del amor.

No es que cada vez haya menos casos de "amor verdadero" sino que cada vez hay menos parejas a quienes les funciona tal modelo de amor. Cada vez hay menos doncellas gráciles, consagradas a la espera del príncipe azul. Y con mayor rapidez aún se han ido agotando los caballeros dispuestos a entregarse en cuerpo y alma a la única dama capaz de doblegarlos. Es la fórmula, o más bien el rol que se tiene que desempeñar en ella, lo que ha caducado.

Si el amor fuera capaz de hacer que en los individuos que lo sienten, sin importar sus diferencias, se despertaran las mismas emociones, se orientara una misma voluntad y, en general, se obtuviera la misma respuesta, ¿cómo podría explicarse el actual estado de las cosas en que la pareja se haya en crisis?
Por supuesto, los idealistas argumentan que el amor es tan magnífico que no es fácil mantenerlo con vida y en buen estado. Al amor hay que alimentarlo. Eso querría decir que algo está ocurriendo con la humandidad que ya no lucha por el amor. Como si de pronto, la humanidad entera estuviera cayendo en un estado de depresión. Y así, como en este caso en que ha sido necesario postular el concepto de la humanidad toda como una sola entidad diagnosticable, se puede proseguir erigiendo más y más conceptos cuyo fin último no sea la comprensión de la realidad sino justificar esa visión retrógrada del amor.

El amor está sobrevaluado. Se le ha otorgado, injustamente, el derecho de ser fuera de la esfera de posibilidades del hombre, colocándolo en un altar religioso. Es esta religión del amor la que ha venido occidentalizando casi todo el mundo, pues hasta las culturas asiáticas comparten con nosotros, cada vez más, esta visión trascendental del amor.

Es absurdo pensar que el amor es una potencia en sí misma y que el hombre lo que debe hacer es saber dejarse llevar por ella: prestarle atención, abrazarla y dejarse ir. Si eso fuera el amor, nada tendría de bello, excelso y poético. El amor no es lo que nos mueve sino una forma de movernos, de hacer, de ser en el mundo y con el mundo, incluso una manera de concebirse a sí mismo en el mundo. Pero de ninguna manera un algo externo que nos toma por asalto y nos cambia para siempre (o temporalmente según se sea idealista-optimista o idealista-fatalista).

jueves, julio 12, 2007

El amor en tiempos de "X for dummies".

Está bien pues... Estuve evadiendo por mucho tiempo tocar el tema. Hasta que leí este post y no pude oponer más resistencia.

En clase de francés, discutíamos acerca del amor. Y la maestra junto con un par de alumnas, hablaban de la "química" en una relación. Por resultarme tal palabrita más confusa que esclarecedora, les pedí que me explicaran el concepto. Al final, seguía sin entender. Aunque sé que un sesgo en mi criterio mucho tiene que ver con esta incapacidad de comprensión. Después leo en el referido post que eso a lo que "vagamente llamamos 'química' [...] es en el fondo un complejo y preciso mecanismo de selección biológica que busca perpetuar los genes con la persona más compatible y por tanto la más adecuada". ¡¿Qué está pasando en el mundo!? ¿De qué me perdí?

¡Objeción! (número uno). Si se va a mezclar la química con la biología entonces que se hable con propiedad:

- ¿Por qué decidiste no volver a salir con Fulano?
- Porque con la primera cita me bastó para darme cuenta que entre él y yo no hay bioquímica.

Otra objeción (número dos y que sí va en serio). Si mezclamos peras con manzanas ¡no vamos a obtener esperanzas! La teoría de la evolución explica bastante bien la biodiversidad y es el paradigma fundamental de la biología, pero no se lleva nada bien con conceptos teleológicos como "más compatible" y "más adecuado", que además, sospecho, ¡son tomados en préstamo de un contexto psicológico!

¡Objeción! otra vez (la última y más seria de todas). ¿Por qué el afán de querer reducir las relaciones de pareja a la bioquímica? A ver ¿por qué, por qué? Si se trata de una especie de back to basics entonces no hay que parar allí, prosígase hasta las partículas fundamentales de la materia y trátese de explicar mediante quarks y cargas el misterio de las relaciones humanas. En ese caso, la chica del ejemplo de arriba debiera haber dicho: "no había física de altas energías entre nosotros".

En fin, en el siguiente post que publique abordaré el tema pero ya en serio (jeje). En cuanto tenga tiempo, lo prometo.

martes, julio 10, 2007

Historia con moraleja.

Plenamente ocupado en las labores domésticas ocasionadas por la reciente y fastuosa decoración de mi alcoba, chingándole grueso al desmadre que quedó por la enchulada que le dieron a mi recámara, había dispuesto la radio, sintonizándola en una estación que transmite esencialmente la que quizá sea la más deliciosa música del siglo veinte: el jazz; y que, no ha más de tres años descubrí en la FM, en el 107.9 para ser precisos, "Horizonte" es su nombre apelativo. también estaba oyendo en el radio una estación con la que me topé hace como tres años y que tocan casi puro jazz, música que está bien chida. La estación era Horizonte 107.9.

En ese momento se emitía un programa consagrado a relatar brevemente la biografía de algún músico o vocalista importante en la historia del jazz, intercalando con la narración las piezas musicales más representativas de su trayectoria. Estaba un programa en el que cuentan la vida de un monito jazzista y tocan sus rolas más chidas. Dos locutores, dama y caballero, tenían a cargo la parte narrativa. Sus voces, sin ser excelsas daban al programa un toque aterciopelado concorde con la música. Los locutores eran un güey y una vieja con unas voces bien chidas, como la musiquita del show. Sin embargo, por encontrarme como ya he dicho, atareado y absorto en otros menesteres, en realidad no prestaba mucha atención a las anécdotas y acontecimientos de la vida del personaje en turno. Aunque la neta ni estaba pelando a los güeyes esos, ¿pus no digo que andaba en chinga con otros pedos?

Fue así, distraído, como, si mi mente no se encaprichó en hacerme una jugarreta, escuché en voz de la mujer lo siguiente: Y enton's, mientras estaba en la pendeja, casi casi puedo jurar que la vieja dijo: "[...] ya la cagué. Fue un error de pronunciación [...]" perfectamente intercalado en el guión que leía. no sé qué no sé qué "ya la cagué fue un error de pronunciación" no sé qué no sé qué, o sea ai metido entre todo el rollo que tenía que decir.

El suceso me sorprendió y me llevó a la siguiente reflexión: cuando se trabaja en equipo no se debe confiar por completo en los demás, especialmente cuando es uno quien da la cara por todos. Porque en efecto, un error normal en la locutora se vio desproporcionadamente agravado por el error imperdonable de quien editó la grabación, afectando seriamente la imagen de aquélla. Después de oír eso pensé: chale no hay que fiarse de los demás, qué tal si le pasa a uno lo que a la perica esa. Pobre changuita, el güey que la grabó sí que la pasó a joder.

Ojo: no vayas a copiar el texto que está escrito a mano que es de puro desmadre. Gracias por hacerme el favor de subir esto a mi Blog.