En un post anterior (Sistemas y Complejidad. Dos conceptos para el estudio de la Realidad), hablábamos de la omnipresencia de la reducción de complejidad y hacia el final del mismo se invitaba a considerar sus pros y contras. Justo lo que ahora pretendemos refinar con una reflexión.
En efecto, como se explicaba en aquel post, el sociólogo Niklas Lhumann (de quien hemos tomado los conceptos en cuestión) usaba la expresión "reducción de complejidad" (al menos es la expresión que sus traductores al español han usado sistemáticamente). Sin embargo, nos parece que en particular la palabra "reducción" oculta un rasgo importante del fenómeno. Cuando se da una reducción de complejidad, ¿qué pasó con esa complejidad? ¿Se descomplejizó? No, de ninguna manera. Toda reducción de complejidad hace abstracción de alguna cantidad (¿finita?) de rasgos propios de un sistema.
Pensemos en el estudio científico de la realidad. Ante un fenómeno sobre el cual existe el interés por explicarlo, científicamente se procede a discriminar lo "irrelevante". Lo cual quiere decir que de entrada se aplica algún criterio, basado en cierto marco teórico precedente a la observación misma, para identificar cada elemento en el fenómeno y clasificarlo como relevante o no. El resultado, de ser exitoso el estudio, será un modelo científico, que no es otra cosa que un esquema del fenómeno el cual, por construcción (tal como por definición), es una representación reducida de lo observado. En efecto, fenómeno y modelo no son la misma cosa, ha habido una reducción de complejidad. Tal reducción se ha dado, sí en parte porque lo que para el entendimiento antes era complejo e inasible después se torna simple y (relativamente) fácil de aprehender. Pero no hay que perder de vista que también se ha optado por ignorar la presencia de otros elementos que, independientemente de lo que diga nuestra teoría, también formaban parte del fenómeno. El objetivo aquí no es discutir si tal eliminación es correcta o no, sino hacer hincapié en que es infranqueable, que todo manejo práctico de la complejidad implica esa eliminación en mayor o menor grado.
Es por eso que nos parece justo abandonar la expresión "reducción de complejidad" en favor de otra que refleje ese costo, imposible de evadir, que es la eliminación de algunos elementos propios de aquella realidad compleja. A nuestro parecer, resulta más apropiado hablar de "filtros de complejidad" por cuanto sin importar cuál sea nuestra base de comprensión, ésta conlleva siempre un criterio de selección de los elementos del fenómeno objeto, así como la consecuente eliminación de algunos de esos elementos.
La moraleja que podemos extraer de esta consideración es que:
Todo acto de comprensión es un filtro de complejidad, por lo tanto debemos ser sumamente prudentes al momento de emitir juicios.
Más adelante abundaremos en los detalles delante y detrás de esta perspectiva, que los hay muchos y de gran relevancia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario