No llegaste a completar tu sexagésimo año de vida. Este 14 de enero fue un trago amargo y, aunque sin duda estuviste en la mente de tus hijos, no creo que ninguno se haya atrevido a mencionarte. Al menos yo no lo hice. Porque aún la herida no cierra y tú eres inseparable de tu ausencia.
Alguna vez, entre los años que compartimos solos, tuve la iniciativa de levantarme antes que tú para cortar tu sueño con las mañanitas. La mayoría de las veces, sin embargo, me paraba de la cama encontrándote ya despierta para darte el abrazo merecido. Esta vez, solo en tu casa me he levantado con el propósito de ir a reportar tu muerte ante el ISSSTE.
¿Qué se hace en el cumpleaños de quien ya no está? Las velas han dejado su lugar a las veladoras, como los abrazos a las lágrimas.
1 comentario:
Cómo quisiera evitarte esta pena tan indescriptible.
Cómo me gustaría que estuvieras pensando en quitar el 25 de septiembre de tu calendario y no el 14 de enero.
Cómo encontrar consuelo cuando se ha perdido al amor más grande?
Yo sólo puedo darte mi compañía y apretar tu mano.
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