El lunes 7 de abril de 1997, en la hermosísima ciudad de Zacatecas, el grande, el único, Gabriel García Márques, nuestro Gabo, nuestro nobel, orgullo latinoamericano de las letras, pronunció en su discurso inaugural del Primer Congreso Internacional de la Lengua Española las siguientes palabras:
"Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?"
¡Habráse visto semejante pendejada jamás dicha por tan elogiado intelectual!
Afortunadamente los iletrados no leen a García Márquez, ni se enteraron que hubo tal congreso en México, ni supieron nunca de aquella sandez. ¡Qué bueno! Porque ya me imagino a todos esos semi-analfabetas, que creen que saben escribir pero que no sienten el menor respeto por la ortografía; me los imagino diciendo "¿qué, qué? Ay tienes a Garciamárquez. ¿Qué no propuso que se jubilara la ortografía? Si no sirve pa'nada". ¡Insoportable!
Por eso, Gabo, qué bueno que no volviste a insistir con aquel desliz lingüístico. ¡Líbranos señor de todo mal ortográfico! No nos dejes caer en la mala acentuación y... ¡libra al Gabo de malos pensamientos! Y si no, pues que chingue a su madre.
1 comentario:
jajajaja!!! Está muy bueno este post! Te digo que resultas muy simpático cuando te pones "jocoso".
Qué te puedo decir? Ya sabes que estoy de acuerdísimo con lo que dices y yo también lo mando sin escalas a chingar a su madre porque además,ni me cae tan bien.
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