Si llega un día en que crees descubrir que no hay contradicciones en tu vida, tenlo por seguro: algo anda mal.
Si de verdad hubieres llegado a expulsar toda contradicción de tu ser, habría sólo dos explicaciones:
1. Has resuelto el problema de la existencia, encontrado el camino de la verdad y tal vez deberías considerar muy en serio dedicarte a predicarlo. Via, veritas et vita.
2. Tu juicio es parcial y cuadrado, obligas a que tu entorno se alinee a tus criterios y eres incapaz de ponerte en el lugar de otro. Por supuesto tú eres la única persona que no se ha dado cuenta de ello.
Estarás de acuerdo conmigo en que el segundo caso es el más probable. [En realidad para mí es el único pues yo no creo que exista el primero, pero tal creencia no forma parte de lo que, como padre, siento mi responsabilidad enseñarte.]
Pues bien, hij@, la primera parte de la moraleja que querría pusieras en consideración es que no hay por qué tenerle miedo a la contradicción. Ésta es factor constitutivo de la naturaleza del ser humano, inseparable de él e irreductible. Eso sí, como imprescindible segunda parte de la moraleja, debes procurar el conocimiento de tus contradicciones, estar consciente de ellas y, en la medida de lo posible, tratar de entenderlas.
El chiste de todo esto es que cuando se te presenten dificultades, contigo mism@ o con los demás (cosa que, te aseguro, sucederá), a causa de tus contradicciones, no tienes por qué lanzarte de inmediato a pelear contra ellas. No me mal interpretes, no estoy sugiriendo que no hagas nada al respecto sino que evites actuar por arco reflejo en esa dirección. La armonía en la vida no se consigue eliminando sus inconsistencias sino sabiéndolas incorporar al todo. Para ello se requiere tacto, paciencia (con un@ mism@ y con los demás) y, sobre todo, respeto (a sí mism@ y a los demás, también).
Tampoco caigas en el extremo de querer conservar tooodas tus contradicciones. Esta lección no es de conformismo, no es para que te apapaches y te quedes tranquil@, llen@ de contradicciones y que los otros te aguanten como eres. Por eso, te repito, debes conocerte muy bien, saber de qué pie cojeas y asegurarte de: o hacer algo al respecto, o aceptar vivir con las consecuencias.
Tener contradicciones no nos resta valor, al contrario, nos da el poder de respetar a los demás al saber que no siempre tendremos la razón. Pero también nos brinda la oportunidad de valorar a las personas, no en función de lo que esperamos de ellas (pues casi siempre exigimos más coherencia en los demás que en nosotros mismos), sino de algo quizá más cercano a lo que realmente son (que entonces habremos aprendido a mirar con otros ojos, sin juzgar tajantemente).
EPÍLOGO: no te extrañe encontrar contradicciones en estas breves lecciones. Tu padre no es más que un hombre y, por mucho que te quiera, ni el amor ni la edad lo hacen infalible.
2 comentarios:
Nomber guan: no digas "nunca", no sabes qué va a pasar. Igual y ahorita hay unos cuantos Jorgitos regados en el mundo y ni sabes (o no me has dicho).
Nomber tu: ojalá que sí tengas algún día, vas a ser un papá bien barco, tipo mi tio Poli. Pero cuidado, tú conoces a sus hijos.
Nomber tri: súper válido tu discursín de la contradicción, pero no entendí muchas cosas (como siempre)
Nomber for: cómo qué edad tiene tu hijo? supongo que por tus palabras y tu exposición...como 35? JAJAJAJAJAJA!!!
Que chulada de observaciones.
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