miércoles, octubre 01, 2014

El Tigre y la Información.

Estar bien informado ha sido y sigue siendo -aun en esta era de la información- una de las cuestiones más difíciles de asegurar. Utilicemos una metáfora para explicar por qué.
 
Supongamos que vivimos en un área en la que acecha un peligroso tigre atropófago. Sabemos de la existencia del tigre porque algunos han visto sus huellas y hace tiempo que otros juraron haber visto desde lejos cómo alguien caía presa de sus fauces. Sin embargo, jamás nadie ha sobrevivido a un ataque del temible felino. En cualquier momento en que nuestros sentidos sean capaces de confirmer la presencia del tigre (verlo, escucharlo u olerlo), será demasiado tarde, el tigre nos comerá sin dejar rastros concluyentes de nuestra suerte.
 
Para mayor complicación de las cosas, resulta que no todos los habitantes de la zona son veraces. Hay a quienes les gusta exagerar sus experiencias y hasta aquellos a los que les da por inventarlas de cabo a rabo. Por ello, siempre que alguien clama que el tigre anda cerca, lógicamente todos huímos pero no podemos tener la certeza de que tal clamor hubiese sido cierto. También es recomendable que, en caso de percibir un ruido o un movimiento extraños, o hasta un silencio fuera de lo normal, salga uno corriendo de allí en vez de aguardar para corroborar si se trata o no de la bestia devoradora de hombres.
 
Con la información pasa lo mismo que con el tigre. Prácticamente siempre nos llegará mediada, y sólo en ocasiones realmente excepcionales la tendremos de primera mano. En el caso del tigre, nadie sobrevive al encuentro directo, en el de la información, nos convertimos en los mediadores de dicha información. Y como todos sabemos que no todos los habitants de la region dicen la verdad, la veracidad de nuestro testimonio, desde la perspectiva de los demás, dependerá de nuestra credibilidad.
 
En suma, cada vez que alguien alerta que el tigre se acerca, o bien, que tal información es verdadera, no hay manera de que la comunidad en su conjunto pueda estar unánimemente segura de que en efecto así es.
 
Moralejas:
 
  1. Hay que ser críticos en la selección de nuestras fuentes de información.
  2. Hay que estar conscientes de que no hay fuente infalible.
  3. No tenemos por qué esperar que nadie nos crea nada más porque sí, es imprescindible ofrecer evidencias sólidas o, en su defecto, dudas razonables frente a la sospecha de que estemos mintiendo.