martes, marzo 04, 2014

8 Consejos en el Huffington Post para No Cagarla con los Hijos.

En este artículo del Huffington Post dan 8 consejos (aquí reproducidos) para no cagarla con los hijos. Yo agregué mis comentarios (en itálicas).

1. Ignorar o minimizar los sentimientos de tu hijo. Si tu hijo manifiesta tristeza, enfado o miedo y tú te burlas de él, lo humillas, lo ignoras o te ríes, estás minimizando sus sentimientos. Básicamente, le estás diciendo que lo que siente está mal. Cuando haces esto, frenas el amor de tus hijos y pierdes oportunidades para crear ese vínculo que les haga saber que sus padres les quieren de manera incondicional.

No hace falta ser malvado y actuar con premeditación, alevosía y ventaja, basta no saber reaccionar ante las emociones de otros: su tristeza nos desespera, su alegría nos es un tanto indiferente, su enojo nos indigna.

2. Falta de consistencia en las normas. Si nunca hablas con tus hijos sobre lo que esperas de ellos, nunca sabrán cómo comportarse de forma apropiada. Los niños tratan de estar al nivel de tus expectativas. Tus pautas les proporcionan las claves y los límites que les ayudan a definir quiénes son, si lo hacen bien o mal. Si no dejas las cosas claras, tu hijo pensará que la vida es algo indefinido y empezará a buscar sus propios límites, lo que hará que baje su autoestima y que tenga problemas de comportamiento.

El problema con este punto es que todo mundo entiende "reglas verbalizadas" y ahí se quedan. Cuando en realidad es todo el 'modus vivendi', lo que hacemos y lo que no hacemos. Que quede claro, todo, to-do lo que un hijo hace o no hace -hasta cierta edad- es gracias a los padres, porque ellos lo inculcaron -conscientemente o no- o porque no lo impidieron.

3. Tratar a tu hijo como a un amigo. Nunca compartas todas tus preocupaciones y tus problemas con tu hijo, ni le pidas consejo. Si te muestras desamparado y derrotado ante tus hijos, nunca aprenderán a respetarte y te tratarán como a un igual o a alguien inferior, pues sentirán que los utilizas como terapia. Debes demostrar a tus hijos que puedes hacer frente a los problemas y a los retos, manejar el estrés en tu vida y salir del túnel. Sé espontáneo y muestra tus emociones, pero no sobrecargues a tus hijos.

Este punto es una idiotez -muy de moda por cierto. Usan la palabra amigo para hablar del padre o la madre que no ejerce su jerarquía, pero crean confusión al dar a entender que no debes divertirte con tu hijo, ni ganarte su confianza ni ser su cómplice. Debe asumirse y ejercerse el papel de líder. Hay varios tipos de liderazgo efectivo y lo que este punto en realidad quiere señalar es "no seas un líder campechano, barco ni irresponsable". Un amigo bien puede asumir un rol de liderazgo, ser un buen ejemplo, un gran apoyo y muy severo con uno, sin dejar de ser amigo. Aquí usan "amigo" para referirse a "compañero de juerga", "alcahuete" o, en el mejor de los casos, "igual" -enfatizando que se es igual de inmaduro. Como dije, es una idiotez.

4. Menospreciar al otro progenitor. Si no manifiestas afecto y amor hacia tu pareja delante de vuestro hijo, el niño no desarrolla ese barómetro que le indica lo que es el amor o a qué se parece. Si desprecias a tu pareja y la rechazas, amenazando con el divorcio, creas un estado crónico de ansiedad en tu hijo. Si ya estás divorciado y te mantienes frío, distante, crítico y enfadado con tu ex, estás enviando a tu hijo el sutil mensaje de que tu ex es la causa del divorcio y de que tú tienes que ser su mamá o papá favorito. Esto es alienación parental.

[Ponen "progenitor" y se nota que no están pensando en esos otros tipos de familia, como las homoparentales.]

No hace falta que flote la amenaza del divorcio. Basta con la violencia verbal:
- A ver, inútil...
- Siempre te digo lo mismo y nomás no entiendes.
- Ya estás otra vez de güevón(a).
- Ay, ya vas a empezar.

O sus equivalentes no verbales: girar los ojos para arriba y hacia un lado, hacer jetas, azotar puertas, dar manotazos en la mesa, tronar la boca, darse la media vuelta y dajar al otro con la palabra en la boca, ...

5. Castigar la independencia y la separación. Cuando castigamos a nuestros hijos por madurar, les hacemos sentir culpables por tener necesidades y deseos normales en su desarrollo, lo que a menudo les provoca inseguridad, rebeldía y otros comportamientos que acaban incapacitándolos para desconectar y ser ellos mismos.

Chantajearlos:
- Te largaste y me dejaste aquí sola.
- Claro, como yo no te importo.
- Sí, ya sé que quieres más a Fulanito(a).
- Es más importante tu [cualquier actividad] que yo/tu_familia.
- Tú allá bien agusto y uno aquí, jodiéndose.

O menospreciar sus intereses:
- Ay, otra vez metido en esa tontería.
- No entiendo por qué tanto alboroto [en relación con un evento o persona vinculados con lo que al hijo o hija les interesa].
- Sí, luego me platicas.
- Uy, yo a tu edad ya había dejado atrás esas cosas.

6. Hacer de tu hijo una prolongación de ti mismo. Si, como padre o madre, asocias tu propia imagen y tu valía a la apariencia de tu hijo, a su carácter, a sus habilidades y hasta a sus propios amigos, le estás haciendo entender que le quieres por lo que tiene, y no por lo que es. Esto hará que ellos busquen agradar en lugar de emprender, y que siempre estén preocupados por si son o no lo suficientemente buenos.

Este sí está bien cañón porque es sumamente fácil caer en el error:
- Ay, no. Mi hija no va a andar de loquita, cómo crees.
- Cámbiate, van a decir que no te enseñé a vestirte bien.
- No sé por qué tienes que juntarte con esa gente tan... , no los soporto.
- Te puedo tolerar lo que quieras, menos que seas...
- En esta casa no viven putos/tontos/güevones/hippies/...
- ¿Qué, te vas a quedar ahí parado? Ni creas, eh. No me vas a hacer quedar en ridículo.

Se logra el mismo efecto celebrando sólo aquello que al padre o a la madre le agrada y siendo indiferente con los otros logros significativos para el hijo o la hija.

7. Entrometerte en las relaciones de tus hijos. Dirigir cada acción de tu hijo en lo que a relaciones se refiere (ya sea con amigos o con profesores) inhibe su madurez. Por ejemplo, si tu hijo se mete en un lío en la escuela y tú vas inmediatamente a hablar con el profesor para arreglarlo, o estás constantemente diciéndole cómo tratar a sus amigos, el niño no aprenderá a manejar por sí mismo los aspectos más complejos de sus relaciones.

De este punto se pueden agarrar las madres y los padres a quienes les resulta muy cómodo desentenderse. Por si acaso, vale la pena aclarar que sí es necesario orientar, aconsejar y estar enterados. Lo que no es sano es relevar por completo a los hijos de la confrontación con sus problemas o tratar de manipularlos en su interacción social.

8. Sobreprotección. Cuando protegemos a nuestros hijos frente a todo problema o emoción, hacemos que crezca su autoestima y que piensen que tienen derecho a todo, cruzando a veces la línea del narcisismo. Esperan que la vida sea más fácil de lo que es y quieren todo para ellos, independientemente de cómo sea su comportamiento. Luego podrán deprimirse y confundirse cuando no obtengan lo que creen que se merecen.

La sobreprotección inhibe el desarrollo de herramientas emocionales y sociales en los hijos, indispensables para su autosuficiencia. Así de simple.